

CARTAS ANTES DE CRECER
2002
15 de Marzo 1996
Acabo de llegar a mi nuevo departamento. Me mudé con mis hermanos, porque ahora los tres estamos viviendo juntos en Santiago. Mi familia es lo más importante que tengo. A mi mamá la adoro, es un modelo a seguir, la persona más increíble que conozco aunque no se lo digo nunca. Soy así. El único problema es que ni ella ni mi viejo, saben “ese gran secreto”. A veces siento la necesidad de contarles y es porque odio mentirles y siento que el silencio es una mentira (al menos en este caso), pero todo a su tiempo.
Tengo el defecto de importarme aquel estúpido “¿Qué dirán?” y hace poco que lo estoy reconociendo. Me gusta estar rodeado de gente que me aprecie y que me acepte. Siento que a mis 21 años he aprendido mucho, quizás más que el promedio de gente de mi edad, pero me falta: soy inmaduro en muchos aspectos y siempre lo quiero todo. Me desespera no poder ser el mejor, mi inseguridad y mi orgullo me hacen ser así. Creo que antes de aprender de todo y de todos, debo aprender a controlar esos detalles de mi personalidad que me han traído muchos dolores de cabeza.
Me gusta mi vida, aunque a veces me canso de todo lo que debo y quiero hacer. Estudio una carrera que me gusta, pero no me mata. Creo que estudio porque no me puedo quedar sin un título, sin un cartón y lo hago principalmente porque allá afuera hay mucha gente que espera eso de mí y no los quiero decepcionar. Eso es algo que me preocupa constantemente de mi entorno. Todos esperan más de mí de lo que yo creo ser capaz de ser: Que tenga plata, que tenga un trabajo estable, un buen departamento, una buena situación, una familia, etc. etc. etc. y que con todo eso debo ser feliz. Sí, la plata ayuda a ser feliz, pero siento que es mucha responsabilidad para mí. Pero debo hacerlo, porque me guste o no, es mi Sociedad y no puedo nadar contra la corriente, no quiero.
Sé que soy un individuo bastante complicado, solo yo me entiendo y a la vez me contradigo en lo que digo, hago y pienso. Pero no puedo ser perfecto, ni tampoco casi perfecto, eso no existe. Aunque aparento serlo. No sé por qué lo hago, para que digan quizás que soy un tipo correcto, bueno y que le va a ir bien en la vida. Soy honesto y soy bueno, sé que soy una buena persona, tanto así que muchas veces me pasan a llevar.
8 de Agosto de 1996
Hace un par de meses comencé una relación con Juanjo. Él tiene 32 años, nos conocimos en una discoteca de mala muerte, fue como si nos hubiésemos rescatado de ese antro hediondo y oxigenado. Sé que a él le carga que yo tenga tan sólo 21 años y sospecho que él a veces eso no lo entiende. Él anda como acelerado, nos conocemos hace poco más de tres meses y anda diciendo que está enamorado de mi y esas cosas. Sí, es lindo escucharlo, y como soy tonto de bueno y me gusta que la gente escuche de mi lo que quiere escuchar, le digo que lo amo de vuelta, pero la verdad, no tengo idea lo que significa estarlo. Me lo cuestiono todas las noches, sobre todo cuando me quedo a dormir en su casa. La conclusión: ¿Me estoy enamorando? ¿Tan rápido? ¿Quién me podría aclarar lo que se siente estarlo? ¿Él?
Además tiene demasiado metida la idea de que nos vayamos a España, pero yo no puedo irme, así de la nada y abandonar mi vida acá, especialmente a mi familia. Le prometí que lo pensaría, pero me cuesta. Si supuestamente lo amo ¿Por qué no soy capaz de jugármelas por él? Sin lugar a dudas, el Juanjo ha sido una influencia 100% positiva para mí. Creo que es por eso que lo quiero tanto. Me ha entregado cosas que nunca antes había recibido y eso no lo hace un cualquiera por otro cualquiera. Así que le debo mucho. Por él es que debo canalizarme, analizarme y mejorarme como persona. Estoy conforme con todo lo que he logrado en estos 21 años conmigo mismo y quiero seguir porque me falta mucho. ¿Estará todo eso que me falta en España junto al Juanjo? Es cierto que el ser humano es uno inconforme por naturaleza, siempre vamos a querer ser más y mejores, que cuando logramos una meta o un objetivo, nos planteamos otro enseguida, hasta lograr esa inalcanzable perfección. Y así llega la muerte, sin encontrarla, porque la perfección no existe.
25 de Diciembre de 1996
Navidad familiar en Concepción.
Me ha costado ser gay, o sea, soy feliz siéndolo y por qué no, hasta me siento orgulloso. Pero todavía hay gente que no lo entiende (o no quiere entenderlo), y eso me hace daño. Quiero desahogarme, pero me da miedo causar una frustración innecesaria. Me da miedo por mi mamá, siempre he dicho que si le van a tener pena, prefiero que sea porque su hijo murió a que le tengan pena porque su hijo es gay. Tengo que encontrar el valor para contarle y hacerle entender que estoy bien. Pero no soportaría verle esos ojos desilusionados. He llegado al punto de pensar que si me voy a España con el Juanjo y desaparezco sería todo mucho más fácil, pero no quiero perder así a mi mamá y a mi familia. Por otro lado pienso que sólo quiero contarle, sin importar su reacción, sólo decirle y no sentir que le miento más. Me duele mentirle y al mentirle a ella siento que me miento a mí mismo. Odio la mentira.
19 de Abril de 1997
Hace ya más de un mes que terminamos una relación de casi 1 año con el Juanjo y fue porque no me supe enamorar de una persona tan maravillosa ¡Raro!, lo que siempre quise me lo dieron en bandeja y no supe cómo aferrarme a ella. Él ahora está en España y yo no me atreví a seguirlo. Pero yo aún no estoy preparado para enamorarme a ese nivel. Por otra parte me saqué un peso de encima. Volví a mi rutina de “niñito gay”, cosa de la cual no me siento mal. Aunque parece que vuelvo a lo mismo que viví antes de conocer al Juanjo, de sentirme mal por no tener a alguien que me quiera. Parece lo más estúpido del mundo, pero cuando estamos solos, queremos estar con alguien y cuando estamos con alguien, queremos estar solos.
Fue un comienzo de año bastante bueno, a pesar del quiebre de mi relación con Juanjo. Ha sido distinto y eso está bien porque necesito cambios constantes, aunque espero que no me dure toda la vida lo de “el cambio”. Todos, creo, necesitamos una estabilidad en algún punto de nuestras vidas, pero siento que aún estoy muy chico y me falta tanto por recorrer. Si de algo sirvió este tiempo, fue para darme mayor confianza a mí mismo para continuar avanzando ¡Y puta que lo necesitaba! Eso creo que es lo que le voy a agradecer toda mi vida al Juanjo.
5 de Junio de 1997
Hoy estoy contento y ansioso, con un cigarro en la mano, esperando a que un amigo me pase a buscar. No sé por qué, quizás es porque voy a salir a carretear. Siempre mis salidas son al principio así, debe ser porque tengo la escondida ilusión de conocer a ese tan soñado - e irreal - príncipe azul. Suena tonto e ingenuo, pero soy así, un bruto soñador. Me gusta soñar, lo frustrante es darte cuenta que todo fue una fantasía cuando regresas a tu casa a las 5 de la mañana sin haber conocido a nadie. Situación que se repite fin de semana tras fin de semana, pero ¿Quién sabe? De repente esta noche ahí está, aunque no sea para toda la vida, simplemente vivir algo bonito durante un rato. Aprendí a que esa ilusión vale la pena, aunque después me ande lamentando lo patética que es mi vida. Ya me acostumbré a eso. Así soy yo, aunque he tratado de no serlo. Además ¡el color rosado no existe!
22 de Octubre de 1997
Hoy es mi cumpleaños y ayer fue un día terrible y angustiante. Finalmente hice lo que me tenía intranquilo: Le conté a mi vieja. Había venido especialmente desde Concepción para celebrar mi cumpleaños. Se dio el momento, se dio la conversación y le dije lo que ella no quería escuchar: La palabra homosexual saliendo de mi boca. Se quedó pálida, lo tomó con rabia y pena, se sentía culpable y yo dispuesto a hacer lo que ella quisiera, excepto una sola cosa que fue justamente lo que me pidió y lo que ahora me exige: Ser alguien que no soy. Ella lo ve como una enfermedad y eso ¡me duele tanto! Dice que ella va a encontrar el remedio y por eso me arrepiento de lo que hice. El aire en esta casa ha estado tenso, no me atrevo a decir nada, ella no me mira y no me sonríe, incluso en mi cumpleaños. Anoche igual me abrazó, pero fue un abrazo sin sentido. Insiste en que es reversible, que es una etapa y que yo volveré a “ser el mismo”. Por suerte quedamos en que a mi papá no se lo íbamos a contar nunca y me deja mucho más tranquilo el hecho de escuchar de su boca que su amor por mí no iba a cambiar. Por sobre todas las cosas es madre. Pero no me acepta, no acepta mi condición y tendré que seguir mintiéndole. Espero que sea sólo cosa de tiempo.
2 de Mayo de 1998
El tiempo y la vida siguen su rumbo y las cosas parecen estar igual. He buscado y buscado, pero no encontraba a nadie que me haga sentir lo que alguna vez me hizo sentir Juanjo. Empiezo a pensar que el amor verdadero es tan sólo el primero y que los demás son sólo para olvidar. Espero estar equivocado.
He estado saliendo con muchos tipos, pero ninguno ha logrado producir en mi esa sensación tan... tan.. ¿Conexión y química?, no sé… por eso opté por no buscar, sino en dejarme encontrar. Cuando estás desesperado se te nota y eso espanta. Una vez me dijeron que ando con “el vestido en la cartera”, pero no me causó gracia. Ahora prefiero vivir el momento, quiero pasarlo bien y portarme mal, sin que nadie se amarre de mí y yo sin amarrarme de nadie, sin tener que dar explicaciones de lo que hago y no hago. Ahora sólo quiero divertirme, ¿el amor?, para más adelante, ¡Sólo tengo 23 años!, tengo derecho a pasarlo bien, a gozar mi juventud a concho, a equivocarme todavía más, porque siento que me puedo levantar. De lo contrario cuando viejo, me puedo arrepentir de malgastar estos años en esa incesante búsqueda que si lo pienso bien, aún no me corresponde empezar. No quiero perder todavía esa libertad que siento estoy viviendo ahora, no quiero compromisos de ningún tipo, el juego de conquistar y ser conquistado es entretenido, y quiero seguir jugando.
La relación con mi mamá se ha ido deteriorando poco a poco con el tiempo. Siento que sus miradas ya no son con el mismo amor cuando ella creía que yo era “normal”, pero estoy aprendiendo a vivir con ello. Por suerte tengo el apoyo de mis hermanos con quienes vivo el día a día. Mi padre no tiene idea. Al no vivir con ellos, se hace mucho más fácil para mí disimular y tener así una vida algo más tranquila y poder llevarla sin salidas ocultas y amigos inventados, como lo hacen la mayoría de los gays que aún viven con sus viejos. Pero ronda en mis pensamientos esa insatisfacción de no tener a mis padres, porque siento que no los tengo y no precisamente porque los veo sólo 5 ó 6 veces en el año. Pero las cosas se han ido dando de esta manera y debo asumirlo. Podría ser peor.
29 de Septiembre de 1998
A veces no quiero ver a nadie. No quiero estar con nadie y no porque esté enojado con alguien, sino porque estoy enojado conmigo mismo. O más que enojado, frustrado. Odio esa palabra. Cuando me siento así me vienen todos los miedos e inseguridades sobre mi futuro, sobre si conseguiré ese éxito, pero ¿Qué éxito?; ¿El mismo que los “otros” esperan que tenga? Cuando me pregunto eso es cuando me desanimo porque no encuentro una respuesta definida. Y es en estos momentos que también me baja la necesidad de estar con alguien.
Estoy tan cansado de tener que hacer las cosas por el resto y no tanto por mí. O sea, reconozco que cuando a alguien le cumplo, siento que también he cumplido conmigo mismo. Ha sido terrible darme cuenta que lo que vivo y lo que hago es porque hay alguien afuera que está analizando y esperando que lo haga excelente. Pero por más que trato no sé cómo sacarme esa responsabilidad de encima, lo hago como si fuera parte de mí, entonces quiere decir que yo soy así. Todo lo que haga, lo voy a hacer primero por alguien más, y luego por mí. Ante los ojos de alguien y por los ojos de alguien, antes que para mis propios ojos. Desde mi familia, pasando por mis amigos, por mis compañeros y profesores. Sólo quiero creer que el día de mañana voy a ser alguien de bien, no sólo para el resto, sino que para mí también. Mal que mal, no eres nada si tu entorno no lo ve y no lo reconoce. ¿Es triste pensar así? Parece que no era tan fuerte ante las críticas y al insoportable “¿Qué dirán?” como creía. Y me da rabia, porque siento que retrocedí en algo que entendía haber superado.
3 de Enero de 1999
Son las 4 de la mañana y estoy demasiado confundido. Todo por Tim. Un canadiense que conocí hace algunas horas. Lo conocí hoy en la tarde, cuando nos juntamos a celebrar con mis más amigos que por fin egresé de la Universidad, ahora sólo queda comenzar mi tesis y realizar mi examen de grado. Debía ser una noche para celebrar y pasarlo bien. Álvaro llegó con este gringo, un amigo suyo que había recién llegado a Chile desde Canadá a pasar sus vacaciones, creo que se queda como dos semanas. Al principio no le di mucha importancia, pero lo encontré muy guapo. Fuimos a bailar todos juntos y con Tim coqueteamos toda la noche. No quiero pensar que fue de aquellas noches que conoces a alguien y “él es con quien quiero estar el resto de mi vida”, pero no lo puedo evitar. La conexión que tuvimos con Tim ha sido único, quizás más fuerte de la que tuve en algún minuto con Juanjo. Pero él vino de pasada, vive en otra región, en otro país, en otro continente. Debo controlarme, pero no puedo. Mañana seré su guía turístico, y en el estómago me revolotean mil mariposas por el sólo hecho de pensarlo.
4 de Enero de 1999
Hoy fue el día más mágico de mi vida y no quiero que se borre de mi cabeza. Por eso lo escribo. Salimos temprano esta mañana con Tim, tanto sus ojos como los míos brillaban. Caminamos por el Centro, por la Estación Mapocho, por el Cerro San Cristóbal y por Providencia, la tarde se nos hizo corta. Ahora puedo y quiero creer en la perfección, porque él es perfecto. Nunca había tenido una conversación tan fluida que durara horas, en que cada palabra coincidía con la otra, en que cada pensamiento era igual al otro. Sé que nos gustamos y es tan extraño. Yo no he querido creer en el amor a primera vista, porque creo que el amor debe cultivarse con el tiempo y no quiero pensar que estoy enamorado ¡sería una locura!, pero jamás me había pasado algo así con nadie. Y eso que he conocido a varios. Cuando él me sonríe, es como un regalo. Su único gran defecto es que vive a miles de kilómetros de Santiago. Ahora está a mi lado, durmiendo. Parece un ángel. No puedo dejar de mirarlo.
10 de Enero de 1999
Con Tim nos vinimos a Valparaíso juntos. Él iba a viajar sólo, pero me invitó a venir y yo dejé mis responsabilidades de lado. Debía juntarme con mi compañera de tesis para empezar a trabajar, pero preferí dejarla votada en Santiago. Anoche fuimos a una quebrada y mirando las olas aprendí algo sobre el amor: Es como tratar de evitar que la ola choque con la roca. Si te pones enfrente, la ola igual va a chocar, no lo puedes evitar; el amor es un golpe inevitable. Ha sido difícil para ambos comprender que en unos días más él debe volver a su país. Tiene un trabajo y una vida en Canadá, y yo tengo la mía acá en Chile. Debo terminar una etapa y no la voy a finalizar hasta que no tenga el bendito cartón. Lo que fácil te llega, fácil se va. No es justo. Es la primera vez que alguien me hace sentir tan bien conmigo mismo, alguien que me valora por lo que soy, sin importarle ni lo que hago, ni lo que tengo.
Es tan cómico, hace algunos años viví esto mismo con Juanjo, bajo distintas circunstancias y condiciones, claro, pero parece que lo que más quiero siempre se va y yo no soy capaz de seguirle la huella, entonces, ¿Qué he aprendido? ¿Por qué sigo con ese oculto miedo a no arriesgarme por lo que quiero? Tim en unas semanas se ha convertido en lo que Juanjo no logró ser en meses. Por un lado, con mis padres ya he perdido casi todo tipo de contacto, ya que nunca aceptaron mi homosexualidad, ellos ya no me quieren y me duele. De repente ésta es mi gran oportunidad, pero ¿Y si fallo? ¿Si llego a Canadá a rehacer mi vida, y junto a Tim, pero una vez allá me arrepiento? tendría que volver, pero ¿Con qué cara? Quizás debería averiguarlo. Pero no me atrevo. Si me voy de acá, no podría perdonarme el hecho que nunca intenté reparar el daño que les he causado a mis padres, y porque no, el daño que todo eso me ha causado a mí también. A pesar de las desilusiones, adoro a mi familia, todos ellos han sido un pilar fundamental en mi formación valórica, emocional y personal. No me puedo dar el lujo de perder a mis padres aún más de lo que ya los he perdido. La esperanza es lo último que se pierde ¿no? (con ese cliché me saco el pillo con todo).
15 de Enero de 1999
Vengo llegando del Aeropuerto y estoy destrozado. Fue maravilloso; por primera vez en mi vida el resto no me importó y no me importó sentir caras de asco mientras besaba desconsolado a Tim en el Aeropuerto. Incluso me siento orgulloso. Es que estoy aprendiendo a no dejarme llevar por la razón, por hacer lo que es “correcto” y no hacer lo que es “incorrecto”, sólo hacer lo que siento, y Tim me ayudó a asumir de la forma más simple lo que me había costado una vida aprender. Me prometí nunca volver a llorar por una hombre, pero ésta vez lloré con ganas cuando veía a Tim perderse entre medio de la gente en Policía Internacional. Nos prometimos tantas cosas, promesas que no sé si podré cumplir, o si él podrá cumplir. El tiempo y la distancia influyen a que los sentimientos se esfumen y eso me duele. Me duele porque lo que viví fue tan alucinante que dudo volver a repetirlo. Dudo poder volver a conocer a alguien como Tim. Ahora es él quien tiene mi corazón y se lo llevó lejos. De repente lo vuelvo a recuperar, por ahora sólo quiero pensar en él, porque de una extraña manera me hace sentir bien hacerlo, pero lastima. ¿Ahora qué? ¿Debo volver a mi rutina, a mis responsabilidades, a mis constantes luchas contra el resto? ¿A las luchas conmigo mismo? ¿Por qué? ¡Qué agotamiento! el sólo pensarlo me cansa. Después de una experiencia tan impresionante, una experiencia que en estos minutos va sentado en un avión con destino al hemisferio norte, tengo que volver a mis cuestionamientos y razonamientos estúpidos. Quiero cambiar. Quiero ser como me sentía cuando estaba con Tim. No quiero perder eso, pero el sólo hecho de mirar a la calle me hace ensimismarme y asustarme otra vez de todo. Soy un cobarde de mierda. Le tengo pánico a la vida, le tengo pavor al futuro, a la incertidumbre, a no tener nada claro, a no tener a Tim. ¡MIERDA! por qué cresta soy así. Es que ni siquiera tengo ganas de pelear contra todo eso, sé que le prometí a Tim y a mí mismo que apenas volviese del Aeropuerto empezaría el combate, pero no puedo. Tan fuerte es lo que siento por él, que sin él no puedo. Que pase el tiempo entonces, que la distancia ayude a sacarme a Tim de la cabeza, que me devuelva mi corazón, porque o si no, estoy cagado. Pero si se me esfuma todo lo que siento por Tim también voy a estar mal. No existe un equilibrio y todo lo veo tan oscuro en este momento.
24 de Noviembre de 1999
El destino me ha jugado una trampa y Tim todavía está presente en todo lo que hago, en todo lo que digo, en todo lo que soy. Y lo he llegado a odiar por eso, pero es un buen odio, porque lo extraño y al extrañarlo, lo amo y amar nos hace sentir bien. Pensé que después de casi un año ésta loca enfermedad se iba a curar, pero me equivoqué y ya estoy contagiado de un malestar que no tiene remedio. Lo peor: Nunca volví a ser esa persona tan maravillosa que fui durante las dos primeras semanas de Enero. Aunque insisto, la esperanza es lo último que se pierde (otra vez mi cliché favorito). Sigo creyendo en el tiempo. Mejor le voy a ir a escribir otra carta a Tim. Es mi segundo desahogo.
20 de Agosto del 2001
Tanto tiempo y tantas cosas que contar. Ahora con derecho puedo gritar que lo tengo todo (bueno quizás aún me falta una cosa, pero ya me acostumbré a vivir sin él). Mi papá y mi mamá, después de años, aceptaron que soy gay, lo cual ha sido para mí un cambio en 180º. Me apoyan, me quieren y hasta están orgullosos de mí, no puedo pedir nada más. En todo este tiempo la relación con mi familia ha sido todo lo bueno que no fue desde que le conté a mi mamá. Ahora me atrevo a decirles que los quiero con franqueza, y ellos también. Estoy tan orgulloso de la familia que tengo, son tan importantes para mí. Se ha solucionado, sin querer, uno de los mayores tormentos de mi vida. Después que supe que aceptan mi condición, se me ha hecho mucho más fácil superar otros tantos obstáculos relacionados con mis temores y miedos. De a poco he ido asumiendo de una manera más abierta mi homosexualidad. De a poco he ido sobrellevando ese maldito prejuicio contra quién soy que me impedía continuar una vida más libre. De a poco he ido aceptando mis errores y valorando mis virtudes. Ha sido un proceso maravilloso y se lo debo principalmente a ellos dos. Estoy trabajando en algo que me gusta y me siento bien. Tengo amigos que confían en mí y yo en ellos. He tenido mis altos y bajos en el plano sentimental, pero no duran, porque ninguno es Tim. Parece una broma y una broma que me puede perjudicar, porque me prohíbo de volver a enamorarme de otra persona. En mayo fui a Canadá, a buscar lo que me pertenece, a tratar que Tim me devolviera mi corazón que me impide amar a alguien más. Pero fue imposible, menos cuando me di cuenta en vivo y en directo, que lo que le pasa a Tim en Vancouver es exactamente lo mismo que me pasa mi en Santiago. No volví con mi corazón, pero volví con el suyo. La distancia ya no es un problema. Es tan increíble como te cambia la vida cuando maduras, cuando creces, cuando descubres tu identidad. Me estoy poniendo un poco más viejo y la vida ya no es tan terrible como la vi en algún minuto, sobre todo cuando leo todo lo que he escrito en el pasado, cuando era un universitario. Cuando creía que el amor lo era todo, pero era todo lo más difícil de conseguir. Cuando creía que no podría nunca llegar a aceptarme tal cual soy. Cuando creía que era imposible cumplir un sueño. No existen los sueños, existen las metas, existen los objetivos, existe la fe, pero los sueños son una cosa de la noche que la vives cuando duermes, no cuando estas con los ojos abiertos. Todo esto me ha enseñado a que el amor no es una instancia, es un proceso, que se aprende a vivir según las condiciones en que llegó, sin ser idílico, sin ser perfecto. Es lo que es y así hay que disfrutarlo. Así lo disfruto. A porrazos aprendí, pero aprendí al fin y al cabo.
17 de Marzo del 2002
La edad y las responsabilidades de adulto me han hecho obviar este medio para desahogarme. Mi Diario de Vida, quien fue mi confidente por tantos años, durante aquellos en que era un niño buscando su destino. Pero he vuelto a recurrir a ti por última vez. El futuro ahora es mi amigo y voy hacia él de la mano con el presente. Para mí el tiempo dejó de ser la salvación a todo, el mismo tiempo del cual tenía mil expectativas, me enseñó a no creer en él, sino que a creer en mí mismo y a hacer lo que siento que es mejor para mí. Y para mí lo mejor es amar a Tim. Por eso estoy arriba de un avión sin escalas a Vancouver. Vamos a vivir juntos porque eso es lo que ambos queremos. Dejé a mi familia y a mis amigos, pero no los dejé para siempre, porque llevo su cariño y apoyo conmigo a Canadá. Cuando resolví todos mis rollos existenciales, fue cuando decidí que ya podía abandonar a ese entorno al cual me sentí tantas veces amarrado.
Ahora tengo mayor confianza en mí mismo. Si confío en mi, entonces el resto también lo hará. Si el resto me quiere es porque yo me quiero. Si yo me acepto, el resto me aceptará igualmente. Eso me enseñó todo este período de juventud, que estoy dejando atrás en Chile, para empezar mi vida de adulto como yo la quiero empezar: Con Tim. Y fue bueno vivirlo, fue bueno porque aprendí y la juventud es una etapa de puro aprendizaje. Ahora voy a poner en práctica todo lo aprendido. Y lo mejor aún, lo voy a poner en práctica con quien realmente quiero estar.